En este día me vi ciego de ira y destructivo, enfadado con el mundo entero, no aguantándome ni a mi mismo.
Cargado de rencor, de decepción, cansado de sinsentidos.
Dispuesto a hacer daño, a devolver los golpes.
Hoy quería ser mezquino, despiadado, rencoroso, iracundo y fiero.
Con el cuchillo entre los dientes, dispuesto a dar una dura lección de tácticas, desde la distancia, como un misil de largo alcance, para hacer daño sin ser visto.
En el último momento dudo... no se si será la mejor estrategia... yo, que siempre me apunto al "... no hay mejor desprecio que no hacer aprecio...", pero a mi alrededor me incitan, y al corroborar la información se confirma la traición.
De quien menos te lo esperas, como bien decía Napoleón "... la traición siempre llega de quien menos te lo esperas, de lo contrario, no sería traición, sino mera estupidez por nuestra parte..."
Pero... ¿quiero hacer daño? el día de furia se empieza a desvanecer, una cosa es pensar y decir que vas a liarla parda, y otra es hacerlo.
Pero solo de pensar en el desagravio, en caliente, me hierve la sangre, en esos momentos sería capaz de cualquier barbaridad...
La experiencia de otra veces, me dice que el tiempo cura todas las heridas, y que hacer una locura ahora me traerá un futuro desgarrador.
Pero no me detengo, me han quitado todo, me han arruinado, me he quedado sin familia, solo, sin hogar, sin hijos y sin esposa, me repudia la familia y me han dejado solo los amigos. No tengo nada que perder.
Compruebo que la casa de ese miserable está vacía. coloco la garrafa de gasolina sobre la puerta y desde la valla disparo una bola de fuego.
La venganza es ineludible.
Me dispongo a alejarme cuando oigo gritos dentro.
¡oh, no! una cosa es quemar su casa y otra que mueran sus hijos.
No lo dudo, salto la valla, pues no hay nadie cerca que pueda ayudar a los pequeños, que tienen 8 y 10 años. La niñera sale corriendo una vez que ve imposible atravesar la cortina de fuego, se ve impotente, y sus gritos taladran mis oídos.
¡¿qué he hecho?! de la tumbona de la piscina recojo una toalla al vuelo y salto con ella a la piscina, una vez empapado todo, toalla y yo, cruzo a lo loco el fuego.
De momento no noto nada, pero una vez en el pasillo, la ropa mojada me ha protegido del fuego, pero no me protege de la densidad del humo mortal, busco desesperado a los niños, cojo la toalla y envuelvo al pequeño, salgo corriendo con el y lo dejo en el cesped al cuidado de la niñera. Rápido y sin dudarlo, vuelvo a entrar, esta vez la ropa mojada ya no hace efecto, y noto como muerden las llamas mis piernas.
Cuando encuentro al niño mayor, solo me queda la toalla húmeda, le envuelvo con ella y y le incito a salir, es muy valiente, sale como una bala, todos mis sentidos se van nublando y tan solo el sentido del tacto está al 100 % mientras las llamas se ceban en mis brazos, oigo tenuemente la sirena de los bomberos, no será mucho el daño, pero yo ya no puedo más, dando trompicones y sin apenas respirar, a punto de desmayarme, intento salir, tropiezo cerca de la puerta, y la camisa se incendia a mi espalda, aun así, el instinto de supervivencia, me empuja fuera, caigo envuelto en llamas el dolor es insoportable, el momento se hace interminable, veo como los bomberos me ayudan y sofocan el fuego que me devora, apenas me quedan segundos de consciencia, en el último de esos segundos veo que los niños están a salvo e indemnes.
¡Maldita sea la venganza! muero pues no noto ya dolor, y me veo a mi mismo rodeado de bomberos desde lo alto.
¡Maldita sea la venganza! que arrastra a inocentes, que daña y no resuelve, esa bola de nieve que crece y crece, esa chispa de fuego que incendia bosques enteros y que mata y mata, y que genera odio y más odio.
Ha sido horrible, el fuego quemándome... como haya infierno...
No veo una luz blanca, tan solo una oscuridad impenetrable, se ve que la luz blanca es solo para los inocentes... ya noto calor... como haya infierno...